Antibióticos en odontología

Los antibióticos se utilizan para el tratamiento de numerosas infecciones microbianas del cuerpo humano. Sin embargo, su abuso, la automedicación por parte del paciente (en Chile llega hasta el 17,7%) unido en muchos casos a prescripciones erróneas han favorecido la aparición de muchas resistencias bacterianas.

Las principales implicaciones de la aparición de resistencias bacterianas conllevan el fracaso de las terapias y, por tanto, el progreso de la infección, y el consecuente aumento del gasto económico correspondiente. Además, las cepas resistentes de un individuo pueden pasar a otros de la comunidad, agravando el problema desde un punto de vista epidemiológico y económico. Por tanto, se debe seleccionar el antibiótico necesario para cada caso y deben evitarse, en la medida de lo posible, las prescripciones innecesarias y empíricas, con falta de rigor científico.

Se debe seleccionar el antibiótico necesario para cada caso y deben evitarse, en la medida de lo posible, las prescripciones innecesarias y empíricas, con falta de rigor científico.

Se estima que en Chile el 10% de las prescripciones antibióticas se realizan por infecciones orales. Teniendo en cuenta este dato y que en la boca existen más de 700 especies diferentes de bacterias, resulta fundamental en odontología conocer los antibióticos disponibles y sus indicaciones, con los siguientes objetivos principales:

  • Maximizar la eficacia terapéutica
  • Minimizar la aparición de resistencias
  • Determinar el balance beneficio/riesgo y, por tanto, la necesidad de la terapia con antibióticos

Hay que tener claro que no todas las infecciones bacterianas orales necesitan ser tratadas con antibióticos, como por ejemplo, la caries y la mayoría de las gingivitis. Los tratamientos para las infecciones orales pueden incluir (solos o en combinación) tratamiento odontológico (en todos los casos), tratamiento quirúrgico, tratamiento antimicrobiano y tratamiento sistémico de soporte.

El uso de antibióticos podría estar indicado en casos de:

  • Gingivitis Ulcerativa Necrotizante (GUN) y gingivitis estreptocócica con afectación sistémica
  • Periodontitis agresivas y crónicas severas
  • Absceso periodontal (si hay diseminación local o sistémica) y absceso periapical
  • Pericoronaritis
  • Algunas infecciones endodónticas como complemento
  • Profilaxis antibiótica en pacientes con riesgo de endocarditis. Se debe hacer interconsulta con el médico después de procedimientos quirúrgicos invasivos
  • Previo a la colocación de implantes o injertos óseos

Uno de los antibióticos de elección para la mayoría de las infecciones orales es la amoxicilina, de amplio espectro de acción y perteneciente a la familia de las penicilinas. Suele combinarse con ácido clavulánico para aumentar la eficacia sobre cepas resistentes, ya que un mecanismo de resistencia bacteriana consiste en la producción de beta-lactamasas (que son unas enzimas que inhiben la acción de las penicilinas y otros antibióticos beta-lactámicos)  y el ácido clavulánico es un inhibidor de estas enzimas.

En el caso de alergia a la penicilina o a otros antibióticos beta-lactámicos (penicilinas, cefalosporinas, carbapenémicos y monobactámicos), se recomienda usar otros antibióticos alternativos como la azitromicina, el metronidazol o, en último caso, la clindamicina.

La azitromicina, antibiótico perteneciente a la familia de los macrólidos, también ha demostrado elevada efectividad frente a las bacterias anaerobias (que no toleran bien el oxígeno), con la ventaja de tener una posología más sencilla (1 vez al día durante 3 días consecutivos) que facilita el cumplimiento por parte del paciente.

El metronidazol también ha demostrado efectividad frente a la mayoría de las bacterias que causan infecciones orales, especialmente en la gingivitis ulcerativa necrotizante y la periodontitis crónica severa, aunque pueda requerir ser administrado en combinación con otros antibióticos para completar su espectro de acción.

Por último, la clindamicina, perteneciente a la familia de las lincosamidas, tiene buena efectividad frente a varias bacterias anaerobias. Sin embargo, la falta de actividad frente a algunas bacterias periodontopatógenas y los efectos adversos derivados de su uso (principalmente, colitis pseudomembranosa) hacen que se reserve su uso para infecciones muy graves o tras el fracaso de otros antibióticos.

En aquellos pacientes en los que el antibiótico no tenga la eficacia esperada es recomendable realizar un antibiograma, para determinar cuál puede ser más beneficioso para el paciente.

Por tanto, es fundamental elegir estudiar cada caso y determinar por un lado la necesidad de usar un antibiótico y por otro elegir el más adecuado para esa situación, con el fin de evitar la aparición de resistencias bacterianas.

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